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martes, 16 de diciembre de 2008

ANIMACIÓN A LA LECTURA

Tea tenía los dedos llenos de heridas. "Es por los libros", decía, "las páginas me muerden cuando los leo".
A pesar de esta relación tan dolorosa, Tea no podía dejar de leer. Los libros la fascinaban desde siempre y ellos se dejaban leer gustosos... al principio.



Y es que Tea tenía su propia manera de acercarse a un libro. En su opinión, lo que diferencia una buena novela de otra mala es la primera página. Si después de leerla, quieres pasar a la siguiente, entonces, se merece ser leida. Esto disgustaba bastante a los libros que no pasaban la primera página y entonces mordían las manos de Tea cuando ella los volvía a abandonar en su lugar.

Pero un día ocurrió algo inesperado. A Tea le llamó la atención un libro que resaltaba entre el resto de la estantería de la biblioteca, por su cubierta impecable, su color, su tacto suave..pero en cuanto lo abrió, Tea sintió algo nuevo: esta vez el libro la leía a ella. Entonces notó cómo él se interesaba primero por su título, cómo se fijó después en su encuadernación, cómo fue poco a poco descifrando su argumento, hasta que por fín decidió abrirla... Tea destapó su primera página y él la leyó detenidamente, cada uno de sus acentos, cada una de sus comas, hasta el final , para después pasar despacio a la segunda y entonces...cerrarla de golpe.

Enfurecida, Tea agarró el libro y rompió en pedazos cada una de sus páginas hasta que no quedó ni una palabra legible, dejándole destrozado en el suelo, agonizando de dolor, escuchando cómo Tea le decía antes de marcharse:
" Para que nadie vuelva a hacerme sentir jamás como una mala novela".


Dora Cantero.




3 comentarios:

Miquel dijo...

Gran historia!!!
Salut!!!

Anónimo dijo...

Eres como una divinidad dando vida a los objetos.
¡Te admiro!

Bali

Jesús Galera Peral dijo...

Una historia triste y un poco cruel. Yo creo que hasta en las malas novelas existen parrafos que merecen leerse. Tea nunca debió asesinar al libro, al fin y al cabo se interesó por ella. Un saludo, Jesús.